domingo, 16 de mayo de 2010

Levantate y anda.

Se hundió en el pecho la desesperación, la espera era asquerosamente larga, pero entre silencios y soledad entendió todo, por duro que fuera…
Ya no había nada que esperar… y en parte, era absolutamente liberador, y sanador.
Sin esperar más por nada ni por nadie se abrió al mundo y sonrió con lo que amaba.
Y su corazón no se rió más por nada, ni por nadie, por lo menos por un tiempo.

Gracias por leer.

No hay comentarios: