martes, 25 de octubre de 2011

Seguir

La belleza de las palabras, y la claridad de los silencios.

Ella fumaba su cigarro mientras el bar se inundaba de gente como cada noche, las sillas amontonadas, los gritos de risas, las cervezas que iban y venían de entre las mesas que a medida que pasaban los minutos se llenaba más y más; en su mesa la cerveza se calentaba lentamente y perdía el sabor, el cigarro se consumía a cada pitada y se convertía en bocanada, en humo suave y penetrante.

-“Bueno, vamos a lo nuestro, qué querías?” preguntó ella extendiendo la sonrisa, se había convertido en costumbre que de vez en cuando salgan estas mínimas reuniones en las que no se hablaba de nada sin dejar todo sobre la mesa,

-“Te parece, así tan rápido? La cerveza se calienta, si me pongo a hablar ahora lo hará del todo y tomará el horrible gusto agrio.” No es que escapase de la pregunta ni del tema, era completamente cierto.

-“De no hacerlo vos, tendría que empezar yo…” dijo ella mientras él se tomaba un buen sorbo de bebida, después de sus palabras apoyó el vaso lentamente sobre la mesa y la miró extrañado…

-“Vos tenías algo que decir? No estaba enterado de eso, creí que el único que tenía cosas para decir acá era yo.” Y bebió un sorbo más de cerveza, pero esta vez más pequeño.

-“Ciertamente siempre hablás vos, si bien fue tu idea que hagamos esto nunca le aporté nada nuevo a esta conversación, o a las anteriores, y me pareció justo darte algo de lo que hablar.” Dijo mientras tiraba la ceniza al cenicero de roble pequeño igual a todos los que estaban en las otras mesas, la gente las había llenado ya , y había alguna que otra parejita esperando afuera para entrar, por lo general el bar se llenaba y no salía nadie hasta entrada la noche, pero de vez en cuando alguna que otra mesa se liberaba antes.

-“Me sorprende, pero si tenés algo que decir me encantaría que lo digas, no hay problemas en que empieces vos, técnicamente es lo que siempre esperé…” Esto era totalmente cierto, ella jamás había propuesto nada para conversar.

-“Igual es una estupidez, pero lo tengo que decir, mirá en estos meses que pasamos juntos después de que vos me propusiste esto, que confieso que al principio me pareció una estupidez, pero acabé disfrutando tanto, no se me cruzó sino hasta el viernes pasado que quizás, y solamente quizás, pueda salir algo lindo de todo esto. Me refiero a algo un poco más serio, algo más allá de estas salidas…” Las cosas en este ambiente estaban lo suficientemente claras, desde hace varios meses que las salidas se repetían no solo en el bar, de vez en cuando se podían escapar a ver alguna película al cine, o si la situación lo ameritaba, algún encuentro furtivo y silencioso a lugares donde bañarse les salía gratis, pero más allá de estos encuentros, el convenio era que no había absolutamente nada entre ellos, ni una amistad, ni amor, ni “respeto” el día que cada cual encuentre a una pareja adecuada las cosas terminarían de la mejor manera posible.

Él la miró por algún tiempo, era lo que él tanto estuvo esperando desde que le confesó sus sentimientos, incluso con esta mentira de salir sin sentir, o de estar juntos sin estarlo.

-“Lo que te venía a decir es que estoy saliendo con alguien más…” La gente seguía hablando, pero se generó un silencio aturdidor y él siguió –“La conocí hace poco, y lo pensé muchísimo antes de hacer cualquier cosa, y me resumí a vernos a lo largo de estos meses a vos y a mí, y decidí que si, que tenía que hacerlo, que si bien te quise mucho y lo sabés, tu freno me hizo imposible avanzar, me moví con eso estos meses, y de repente apareció esta mina…” Cada palabra como cuchillo, cada línea como cortes.

Ella se levantó de la mesa y dejó el nuevo cigarrillo a medio fumar, él la siguió con los ojos y luego bajó la mirada a la cerveza caliente, no lo odió, no le tenía bronca… este juego lo había aceptado ella, y también lo había arruinado, pues las palabras quedaron en la garganta demasiado tiempo… se puso su abrigo ligero mientras él se paraba.

-“Te vas?” preguntó él desde la obviedad

-“No te parece que es lo mejor?” dijo ella con frialdad pero sin borrar la sonrisa (en parte también estaba feliz porque él saciara ese sentimiento lastimoso que sentía por ella, y que ella siempre supo que le haría mal, pero si bien aceptó este trato que se llevaban nunca lo hizo de mala, sino para despejarse también ella y darse la oportunidad mutuamente)

-“Te acompaño, por lo menos por esta última vez…” dijo él, y ella lo miró con la sonrisa más grande que de costumbre. Las cosas se habían volteado, ella ahora no quería que él se fuera, lo entendió de manera inmediata, entendió todos estos meses, cada despedida, cada salida y cada encuentro de los otros…

-“No, en serio, te lo agradezco pero esta vez no…” se acercó y lo besó de manera corta, tomó su cartera y se fue. Él la siguió con la vista hasta que se perdió al doblar la esquina, tomó su celular mientras tomaba otro trago de cerveza y escribió “Ya le dije” y lo envió… TENÍA que seguir.



Gracias por leer.