martes, 25 de octubre de 2011

Seguir

La belleza de las palabras, y la claridad de los silencios.

Ella fumaba su cigarro mientras el bar se inundaba de gente como cada noche, las sillas amontonadas, los gritos de risas, las cervezas que iban y venían de entre las mesas que a medida que pasaban los minutos se llenaba más y más; en su mesa la cerveza se calentaba lentamente y perdía el sabor, el cigarro se consumía a cada pitada y se convertía en bocanada, en humo suave y penetrante.

-“Bueno, vamos a lo nuestro, qué querías?” preguntó ella extendiendo la sonrisa, se había convertido en costumbre que de vez en cuando salgan estas mínimas reuniones en las que no se hablaba de nada sin dejar todo sobre la mesa,

-“Te parece, así tan rápido? La cerveza se calienta, si me pongo a hablar ahora lo hará del todo y tomará el horrible gusto agrio.” No es que escapase de la pregunta ni del tema, era completamente cierto.

-“De no hacerlo vos, tendría que empezar yo…” dijo ella mientras él se tomaba un buen sorbo de bebida, después de sus palabras apoyó el vaso lentamente sobre la mesa y la miró extrañado…

-“Vos tenías algo que decir? No estaba enterado de eso, creí que el único que tenía cosas para decir acá era yo.” Y bebió un sorbo más de cerveza, pero esta vez más pequeño.

-“Ciertamente siempre hablás vos, si bien fue tu idea que hagamos esto nunca le aporté nada nuevo a esta conversación, o a las anteriores, y me pareció justo darte algo de lo que hablar.” Dijo mientras tiraba la ceniza al cenicero de roble pequeño igual a todos los que estaban en las otras mesas, la gente las había llenado ya , y había alguna que otra parejita esperando afuera para entrar, por lo general el bar se llenaba y no salía nadie hasta entrada la noche, pero de vez en cuando alguna que otra mesa se liberaba antes.

-“Me sorprende, pero si tenés algo que decir me encantaría que lo digas, no hay problemas en que empieces vos, técnicamente es lo que siempre esperé…” Esto era totalmente cierto, ella jamás había propuesto nada para conversar.

-“Igual es una estupidez, pero lo tengo que decir, mirá en estos meses que pasamos juntos después de que vos me propusiste esto, que confieso que al principio me pareció una estupidez, pero acabé disfrutando tanto, no se me cruzó sino hasta el viernes pasado que quizás, y solamente quizás, pueda salir algo lindo de todo esto. Me refiero a algo un poco más serio, algo más allá de estas salidas…” Las cosas en este ambiente estaban lo suficientemente claras, desde hace varios meses que las salidas se repetían no solo en el bar, de vez en cuando se podían escapar a ver alguna película al cine, o si la situación lo ameritaba, algún encuentro furtivo y silencioso a lugares donde bañarse les salía gratis, pero más allá de estos encuentros, el convenio era que no había absolutamente nada entre ellos, ni una amistad, ni amor, ni “respeto” el día que cada cual encuentre a una pareja adecuada las cosas terminarían de la mejor manera posible.

Él la miró por algún tiempo, era lo que él tanto estuvo esperando desde que le confesó sus sentimientos, incluso con esta mentira de salir sin sentir, o de estar juntos sin estarlo.

-“Lo que te venía a decir es que estoy saliendo con alguien más…” La gente seguía hablando, pero se generó un silencio aturdidor y él siguió –“La conocí hace poco, y lo pensé muchísimo antes de hacer cualquier cosa, y me resumí a vernos a lo largo de estos meses a vos y a mí, y decidí que si, que tenía que hacerlo, que si bien te quise mucho y lo sabés, tu freno me hizo imposible avanzar, me moví con eso estos meses, y de repente apareció esta mina…” Cada palabra como cuchillo, cada línea como cortes.

Ella se levantó de la mesa y dejó el nuevo cigarrillo a medio fumar, él la siguió con los ojos y luego bajó la mirada a la cerveza caliente, no lo odió, no le tenía bronca… este juego lo había aceptado ella, y también lo había arruinado, pues las palabras quedaron en la garganta demasiado tiempo… se puso su abrigo ligero mientras él se paraba.

-“Te vas?” preguntó él desde la obviedad

-“No te parece que es lo mejor?” dijo ella con frialdad pero sin borrar la sonrisa (en parte también estaba feliz porque él saciara ese sentimiento lastimoso que sentía por ella, y que ella siempre supo que le haría mal, pero si bien aceptó este trato que se llevaban nunca lo hizo de mala, sino para despejarse también ella y darse la oportunidad mutuamente)

-“Te acompaño, por lo menos por esta última vez…” dijo él, y ella lo miró con la sonrisa más grande que de costumbre. Las cosas se habían volteado, ella ahora no quería que él se fuera, lo entendió de manera inmediata, entendió todos estos meses, cada despedida, cada salida y cada encuentro de los otros…

-“No, en serio, te lo agradezco pero esta vez no…” se acercó y lo besó de manera corta, tomó su cartera y se fue. Él la siguió con la vista hasta que se perdió al doblar la esquina, tomó su celular mientras tomaba otro trago de cerveza y escribió “Ya le dije” y lo envió… TENÍA que seguir.



Gracias por leer.

jueves, 3 de marzo de 2011

Yo contra mí

Si lo vieran de lejos, si lo miraran desde fuera, seguramente creerían que está loco.

Un viaje, caminata, o simple reposo, no importa dónde, simplemente importa que empieza.
Una batalle interna, puramente propia, de él, sin necesidad de expresar. Pero lo hace, porque a eso se acostumbró, es una bella manera de sangrar y cicatrizar.
Una voz un tanto más tosca, más seria, pareciera que más adulta y más confiable le comienza a hablar, (siempre, pero siempre será él, pero nombrémosle, “El otro”) él siente una terrible aflicción, una bronca, ganas de gritar, odio… no, odio no, sería más bien rencor. Pensante como de costumbre se carcome la cabeza, se lastima con sus palabras, de pronto el otro aparece “no sirve, si gritas, si te enojás, no sirve…”
“¿pero qué puedo sentir entonces, cómo se supone que tengo que reaccionar?”; “No es lo verdaderamente importante, ni lo que tengas que hacer… demostraría que te importa…”: “¡PERO LO HACE!”; “bueno, entiendo, pero no alardees de eso, no es necesario para vos… ¿o acaso no querés respetarte siquiera?”; “No se trata de respeto, se trata de lo que siento, él no tenía porque estar ahí… nunca me sentí peor”; “aaaay, no lo extiendas tanto, no te empobrezcas por semejante estupidez, hay cosas peores, ¿o no?”; “Vos también… basta con eso, ahora no quiero sermones sobre dolores de otros, si no puedo manejar los míos”; “nadie habla de los ajenos, hablo de los tuyos, pero los más importantes los…”; “CALLATE! No entendés de lo que hablás, no me entendés! No ves que me muero por esa mujer, no lo ves!!”; “¿CÓMO NO LO VOY A VER!? NO VES QUE SOY VOS! No intentes maximizar todo! Llorar no basta, gritar? Para qué? No seas patético, soy yo gritándome a mi, pero más suave… levantá la cabeza idiota, no es el piso tu lugar, es aburrido estar ahí… caete, o aprendé a volar, pero no te des por vencido!”
Frenó. Era demasiado. El cielo oscuro lo ignoraba por completo. No se trata de lo que haya, lo que falte, se trata de lo que uno es, lo que se valora, lo que importa… se trata de uno, y ella no tiene relevancia.
“Levantate de ahí, y caminá.”

Siempre se trató de eso, fueron tantas ya, que una más…

Gracias por leer.

martes, 22 de febrero de 2011

De o con.

Grises en todas las escalas, colores oscuros, bicicletas bajo la lluvia, charcos sin sacos para que las damas pasen… ¿Sensaciones de mierda o pura depresión de febrero?

No era una lluvia ordinaria, llevaba días así, era como si el cielo desplegara toda su agua para que el resto se moje, para que todo pasara. Salir de algún lugar y no llevar paraguas es de improvisado, es propio de quien no tiene un pensamiento cauteloso sobre el después. Pero nunca le importó porque él amaba el camino bajo la lluvia. Entre la tremenda niebla que su cabeza nublaba y la lluvia que no le permitía ver más allá de los 2 o 3 metros, él caminaba casi como si el mundo no existiera. En las esquinas veía gente cruzando a toda marcha por las calles, autos acelerando para evitar el aguacero, él solo caminaba de manera tranquila, mientras el agua entraba en cada poro de su piel. Vió un par de parejitas escondidas entre los árboles lluviosos y maricones, los vió besarse apasionadamente, ¿Pequeñas promesas o momentos, qué importaba? Era maravillosa la imagen, cuánta envidia sentía de aquellos pequeños. Caminaba, no se detenía, su casa estaba lejos todavía y la lluvia no cesaba, lo mojaba íntegramente, hasta sus zapatillas estaban ya llenas de agua.
En una esquina frenó, y del otro lado de la calle vió una figura (no podía ser) tan familiar, tan cálida, incluso entre la lluvia la reconoció (no, no podía ser…) esperaba que el semáforo cortara para poder cruzarla y quizás de manera “accidental” decirle “hola”, chocarle el hombro o ignorarla, para sentirse mejor (era imposible)
El semáforo se tiñó de rojo, y pasaron, pero no era ella, como era de esperarse…
¿Cuántas cuadras quedaban? Ni la más remota idea, solo sabía que la lluvia estaba espléndida, y que nunca se había sentido mejor.

Gracias por leer.

lunes, 21 de febrero de 2011

Nuestra pelea.

En el ring, dependiendo siempre de lo que hagas, nos hacemos lo que acostumbramos a hacer.

Una sonrisa, de las más bellas, de las que ella acostumbra a soltar con desmesura, sin importar si es honesta o fingida.
Una sonrisa maravillosa, de oreja a oreja, con una expresión feliz, y los ojos achinaditos.
Una sonrisa hermosamente hermosa, haciendo crecer las facciones de su cara, maximizando su belleza y destruyendo lo poco de él.
Parada del otro lado, sonriendo hacia él, como preparando el mayor de sus golpes.
Él golpeaba levemente los puños con los guantes puestos, miraba al suelo para que ella no le asestara el primer golpe sin que esté preparado.
Él se mordía los labios disimuladamente, mirarla a los ojos iba a ser un gran problema, pero debía de hacerlo si buscaba ganar o pasar airoso.
Él transpiraba sin siquiera salir de su esquina, con sus amigos apoyándolo, mientras ella del otro lado, dejaba de sonreír y transformaba su rostro a una sinceridad agobiante.
Con esta nueva perspectiva el árbitro llama al centro del ring a ambos, él asombrado por el cambio, y ella sin sonrisas.
Una vez en el medio, y tras golpear los puños, después de sonar la campana, mientras la gente emocionada gritaba por la pelea, ninguno de los dos levantó los puños, a diferencia de antes, ninguno se puso a la defensiva, ninguno preparó un golpe…
Ella estaba seria, mirándolo con cierta ternura, él estaba atónito, sin respuesta alguna.
“Sabés que no quiero pelear. Sabés que esto me parece una estupidez, y calculo que también sabés que estuve esperando mucho tiempo por algún buen golpe de tu parte, pero jamás levantaste los guantes, nunca peleaste, no te arriesgaste… sabés que no necesito nenes a mi lado, sabés que quiero un hombre, sabés que necesito soporte, que sufrí muchísimo y estoy harta de todo esto (se saca los guantes sin sacarle la mirada de encima) sabés que no sé si te quiero, que no estoy segura de todo esto, pero quiero que también sepas que me hubiese animado, antes y ahora… que esperé por ese golpe, por ese arrebato tuyo, por ese atrevimiento, por una seña… pero no, y eso me decepcionó (se hizo un silencio enorme en el estadio entero).”
Los dos de frente, él sin palabras, ella sin más que decir… y sonrió levemente, con lágrimas en los ojos. No supo qué hacer, no sabía cómo afrontar esa sinceridad, para él ella era la mujer perfecta, la indicada, pero jamás esperó que tuviese una reacción como ésta, nunca creyó capaz esta situación.
“Te quiero… creo que desde que te vi lo hice, siempre te temí. No era miedo, no, era más bien pánico, qué hacía yo si todo me salía bien, sería suficiente…
Nunca me animé a levantar los brazos, a defenderme siquiera… dejé que hagas, es lo que mejor me salía, y escuchaba, y mientras vivía… (Se quitó los guantes despacio) y se ve que vos siempre lo supiste… se nota que lo intuías, qué idiota fui… Es increíble que ahora te pueda mirar, que ahora pueda mantener la mirada clavada en tus ojos… porque ahora te quiero más quizá.”
Ella se acercó a él lentamente, mientras él temblaba levemente, mientras solo podía dejarla hacer, como lo hacía desde un principio… se paró justo en frente de él y le acarició la cara suavemente y con su pulgar le rozó los labios.
“Estuve dispuesta antes, y lo estoy ahora…” dijo mientras él en lo profundo allá donde solo es sincero con él mismo pensó “Y bueno, caeré de nuevo” Y ella solamente lo besó, mientras la campana sonaba y la gente aplaudía.
¿Quién ganó? Creo sinceramente que quizás hayan ganado los dos.

Quizá debamos ser lo que estamos destinados a ser… ¿No te parece?

Gracias por leer.

martes, 15 de febrero de 2011

240. Azul♦

Pronuncia fuerte tu nombre, dicen que si el eco vuelve entonces tu ángel te acompaña.

Alguna lejana pradera, un lugar de ensueño. Nos prometimos tantas veces el cielo o el infinito que hoy el vacío al que nos sometemos nos ahoga.
Años habrán sido de maravillosa compañía, hasta que la panza creció, los niños nos sacaron la pasión, la lujuria, el tiempo. Luchamos por reavivarlo, lo sabemos.
Recuerdo la juventud de nuestro amor, la locura de las primeras veces, las luchas contra la familia y los amigos, recuerdo esa primera vez cargada de emoción, amor y locura, tan suaves, tan enamorados. La noticia de nuestro primer hijo, la emoción de la casa, esos proyectos realizados.
Nunca nada está escrito, ni dicho. Todo lo que soñamos, hoy parece tan lejano aquel pasado maravilloso que nos planteamos y finalmente completamos.
Me gritaste a la cara “No queda nada para vos acá”.

Caminar, sin mirar atrás. Vivir ésta vida, que es una sola. Amar, odiar, enloquecer.

Vean “Blue Valentine”

Gracias por leer.

jueves, 10 de febrero de 2011

Climax; Si el Diablo te compra el alma.

Como si fuera cierto poder hacer estas cosas.

En un ambiente desértico se vió, con aquella figura de frente, ese ente que observaba su reacción. Él la sostenía de la mano, con fuerza y con las manos transpirando la observaba a los ojos con una sonrisa triste.
Ella susurraba un “no” suavecito, mientras lo miraba en un llanto sordo, sin expresión.
Cuantas cosas vinieron a su cabeza, cuantas cosas inútiles, cuantas cosas vacías, recuerdos de nada, de besos que no fueron y abrazos engañosos… (Para él)
Cerró los ojos lentamente mientras ella suplicaba esta vez su tierno “no”, pero lo tenía decidido había algo que no estaba bien, algo no lo dejaba avanzar, un perfume, una sensación, algo de ella no dejaba que él siga, y no era culpa de ella, nunca lo fue… simplemente se cansó de dar a la nada, de esperar en vano, se cansó de no poder avanzar esperando la nada…
La figura le presionó, con la mirada fija.
Abrió los ojos y sostenía la sonrisa… “te amo” le dijo “sabés que es así, hace rato lo hago, y lo sabés… pero no aplico presión, entiendo como son las cosas acá no soy ningún boludo, pero me cansé, no de vos, me cansé de mi en relación a vos, me harté de ser así cuando me acuerdo de vos, o te pienso o te veo, me harté… de escribir boludeces, de pensar incoherencias, de ocupar horas esperando en el teléfono o el celular… podrido estoy de mí.”
Sin sacarle la mirada dijo “me quiero olvidar de ella, de cada detalle, de todo recuerdo… borrala, para mí no existió.”
Desde los talones ella se empezó a borrar, lentamente se fue diluyendo en el aire mientras él le sujetaba la mano y ella con esa sonrisa inanimada le dijo “un gusto haberte conocido” de a poco todo su cuerpo de disolvió en el aire y él sostenía ahora la nada, mientras en el aire resonaba su ultima palabra “…conocido”.
“COBARDE.” Escuchó y volteó, “Cobarde, eso sos, un cobarde… sin escrúpulos ni voluntad, no tenés alma para pelear por lo que amas, no tenés corazón para dejar que desaparezca de esa manera, sos un cobarde, un miedoso, un imbécil sin futuro, ¿borrarla? ¿Eso te parece justo? Olvidarte de todo es la solución, eso pensar, pero tu actitud es repudiable, es asquerosa, es simplemente la actitud de un cobarde… disfrutá ahora de lo que te queda, que es nada, porque si no peleas por lo que querés, entonces vendiste bien tu alma, no te va a servir para nada…” Su enorme reflejo, el de él mismo odiándose por lo que hizo se desvaneció en el aire, y el Diablo le devolvió a la realidad, sacándolo del ambiente desértico, y devolviéndolo al departamento, atónito, sin entender lo que había pasado, y sin un alma al que llorar.
La mañana siguiente se cruzaron como todas siempre en el comedor, ella no sacó la vista de su taza de té, y él no se apartó de la máquina de café… en silencio, entre la multitud de compañeros de trabajo.

Gracias por leer.

miércoles, 9 de febrero de 2011

La innecesaria maquinaria del tiempo.

Creo que si dijera que es como una película, mentiría que no te das una idea…

Se miraron desde lejos, con ese perfume en el aire, casi parecido al de una mañana campestre, pero sin soles en cielo. Se danzaron como si estuviesen en medio de una pista, enorme y prodiga; pensaron en los abrazos que se darían, se besaron más allá del aire, dibujando un trazo de ahí para atrás, o para adelante quizás.
Él cerró los ojos, entre la dulzura de sus caricias, y pudo reflejarse en un futuro que no estaba imaginando, sino viviendo de manera abierta, pero siempre reflejado.
Un futuro raro que no tenia ningún pasado, ni presente actual. Se vio en un futuro reflejado y vacío, quizás de mañana o de un par de horas; comprendió que era el futuro de quien sostenía en sus manos, y él.
Volvió al presente, la máquina del tiempo lo dejó vivir el momento; la miró y le comió la boca como nunca antes.
No era cuestión de un futuro, él lo sabía. Era la noche, el momento, y las ganas de disfrutar sin ninguna preocupación.

Por lo menos pudo ser “la gran noche” de alguien.

Gracias, otra vez.

viernes, 21 de enero de 2011

Queja.

La rabia, el odio, el llanto, la desesperación…

¿Qué estará sintiendo? Su cabeza se acorta, se expande, no se ve de lejos o por fuera lo que el alma grita, lo que el alma ruega lo que el cuerpo pide. Se sienta en el cordón de la vereda o en algún paredón, se lleva las manos a la cara o juguetea con los dedos (¿Acaso alguien lo notará?) evita pensar, trata de bloquearlo, en un impulso chequea el celular (nada) piensa en tirarlo lejos, u “olvidarlo” en casa…
Aunque se ahogue piensa, no puede dejar de hacerlo, le duele tal acción pero lo hace, pensar no le es ajeno…
Cierra los ojos, piensa, siente rabia.

Pero la queja no cambia la organización, ni el llanto detiene la muerte, ni la venganza devuelve lo perdido… Nada cambia. Nunca.
Entonces, no mientas más.

Gracias por leer.

lunes, 17 de enero de 2011

Sueños.

Cierro y abro, serán unas cien o mil veces cada vez… mirar y permitirme, por poco que fuera, soñar aunque sea un rato, nadie me puede sacar ese derecho.

El ventilador disfrazando el calor, las sabanas a algún costado y el frío (por loco que suene) desde adentro generando el malestar. Una vuelta para un lado, otra para el otro, una incomodidad molesta que no permite sueño alguno.
Entonces pasadas las horas, desdibujadas las imágenes que nuestra cabeza dibuja en la oscuridad, y eliminado el imaginario creciente con el ruido del ventilador, concilia el sueño, un profundo y dulce sueño.
No pasará demasiado, siente un calorcito en los labios, un rico perfume, una respiración sobre sus mejillas. Abre lentamente los ojos y la figura se vuelve real, unos ojos hermosos mirándolo de frente por encima de él, ella desarreglada, algo despeinada, con una hermosa sonrisa lo mira y sonríe (como siempre) no dice nada, se mantiene muda y sonriente, y entonces lo besa, dulce dulce sensación, un cosquilleo recorre el cuerpo, siente el dulce en sus labios y el perfume penetra. Levanta los brazos y la abraza, se vence a tal tentación, siente su piel, toca su pelo, sigue besándola y abrazándola, no puede parar le es imposible, siente algo que lo impulsa a seguir, no puede permitirse abrir los ojos sin dejar de besarla, siente sus labios, la piel, la respiración, su pelo…

Pero los abre, despacio… el despertador lleva un tiempo sonando, la luz del día traspasa las cortinas y vuelve tenue el color de la habitación. Se sienta en la cama, no podía evitar sacarse la sensación de sus manos y su boca, se calza las ojotas, camina hasta el baño, y cierra la puerta despacio, creyendo que en algún momento ella saldría de alguna de las puertas durmientes de la casa y lo sorprendería con ánimo y dulzura… pero los sueños no son más que eso, y cerró la puerta sin novedades.

Sueños son, solo sueños son…

Gracias por leer.

jueves, 13 de enero de 2011

Destiempo

Si te miro tu sonríes, y si yo soy quién sonríe tu me ves, pero no exijamos coordinación, de eso nunca se trató.

Pretende, hoy pretende…
Cansinamente se hace parte de su mentira,
Se incorpora a su rendición y ese estúpido relleno de mentiras
Hoy parece que ella no le miente y que él se sincera
Parecen las propuestas baratas y aburridas
Se marcan en momentos divertidos y sinceros
No marcan tiempo, se miran con cariño
Se desean con sinceridad
Manejan los tiempos pero los consume si se atrasan
Los momentos se pasan, fuera, lejos, ajenos, tiranos…
Y en su mirada se destella la maravilla del querer
Y en sus sonrisas se observa lo lindo de pretender
Y en ese cruce magnifico se haya el silencio
Callado y ajeno, tirano y perverso
Pues el silencio resulta la mejor opción
Porque no es ni competencia ni batalla…
Y de ser así sería una ya perdida,
Una de las que no se pelean con sentido.
Magnifiquen las sonrisas
Extiendan los abrazos
Extremicen las miradas
Hagan reales los besos
Antes de entender que este sentimiento no es real
No es tangible, ni posible, ni maravilloso
Hagan algo lindo de esto,
Antes de que la realidad les diga a ciencia cierta
Que se conocieron, que se merecen, que se quieren…
A destiempo.

Gracias, sinceras gracias.

domingo, 2 de enero de 2011

Cuchillo.

¿Una expresión de dolor? ¿O una mueca de felicidad? ¿Planteos disimulados o estúpidos escaparates de locura?

“Maldición”, decía él mirando el cuerpo con los ojos grandes y las manos llenas de sangre…
“¿Qué pasó?” se repetía constantemente, “¿cómo la maté, por qué?” miraba el cuchillo y a ella una y otra vez “¿qué pasó, cómo fue?” y nervioso se golpeaba el mango del cuchillo con la frente… “Se había olvidado de mí… sí, eso fue… se olvidó de mí, no me llamó. Se olvidó de decirme que me amaba… ¿o me engañó? ¡SI, me engañó, ella me engañó! Pero ¿con quién? Si, con alguien, seguro… más lindo, más alto… ¿Pero cómo...? ¡Yo la quería y se lo decía siempre!” se acercó con lentitud a ella, le sujetó la cabeza y la miró fijamente, reía nervioso esperando que alguien asomara por la ventana, o que golpeen con fuerza la puerta, pero no la soltaba, reía y lloraba como un idiota. “¿Por qué mi amor, por qué… si yo te cuidé tanto, tanto tiempo, si yo moría por vos, yo mataba… yo maté mi amor…?” La miró, perdió la noción del tiempo, perdió su ubicación en el mundo, simplemente la miró por el tiempo suficiente…
“Yo voy a matar por vos… mi amor.” Y se hundió el cuchillo.

“Pues ¿para qué vivir con la hipocresía de decir a quienes me pregunten sobre el accidente que lo hice por algo tan simple, cómo explicarle a la gente que te maté porque te amaba, por la locura de los celos, por la infamia de que ya no tendría tu boca para mí, si ya te maté y no ibas a volver, para qué respirar diciendo que estaba arrepentido? No amor, no voy a mentir más… acá nos vamos” y al cuchillo hundido en el estomago lo levantó con fuerza hacia el pecho. La vista se nubló, los pulmones respiraron sangre, sonrió, la acarició y murió.
Los paramédicos no tardaron demasiado después del grito de la vecina habrían pasado dos horas no más. El cuchillo atravesó el riñón, pero no provocó heridas graves, la caída le provocó el desmayo y la perdida de sangre la inconciencia, con dos semanas estaría bien, ella seguía acá.

Como dije… Planteos disimulados o estúpidos escaparates de locura.

Gracias por leer.