domingo, 3 de enero de 2010

Caballero.

Mirarla a los ojos era hermoso, no creía que existiese sensación mejor, se colgaba viendo fotos de su sonrisa y a veces, muy seguido, se perdía en su propia imaginación.

“Con cientos de cicatrices caminaste por ahí haciéndote mil más,
Lastimándote por caer, por confiar en idiotas sin razón de ser, ni de estar;
Pero las manos lastimadas no eran por rendirte,
Las manos lastimadas eran por levantarte,
Por la fuerza que ponías para ponerte de pié, y seguir.
Aprendiste de cada cosa y te volviste maravillosa,
Hermosa, te convertiste en una mujer perfecta,
Y verte hoy sigue siendo una satisfacción.
Perdón, perdón por llegar tan tarde,
Perdón por no poder defenderte, aunque estaba lejos de mí,
Aunque sigue estando lejos de mí esa tarea, perdón.
De ahora en adelante no vas a tener que sufrir más,
Estaré ahí en cada despertar, no tendrás que llorar,
Pues pondré mi vida en tu bienestar,
Ya no tendrás que ahogar tu grito, ni hablar con la almohada,
Yo voy a ser tus oídos y no permitiré ninguna bajada.
Parecerá imposible, hasta a mí me asusta,
Pero esas lágrimas, esas cicatrices, ese dolor,
Voy a dar lo mejor de mí y voy a pelear con todas las armas que tengo,
Para que nunca más por ellas debas sentir.
Recostate en mi hombro y dormí,
No hay más por qué sufrir…”

Gracias por leer.

No hay comentarios: