domingo, 14 de febrero de 2010

Adiós, incompetente.

Temblaba levemente, estaba exhausto, no podía casi respirar, pero mantenía la cabeza en alto, viendo fijamente a su captor. Cupido estaba atado a la silla, tenía golpes en la cara y una expresión de resignación, pero mantenía la mirada fija, el aro y las flechas en el costado con una serie de indicaciones de su última misión, sabía claramente que no volvería a ver al Jefe, era la última, “No puedo pedirte mas que perdón, nadie es perfecto, a veces me equivoco o simplemente no funciona, perdón es mi última palabra, esperando redención.”
Su captor giro (miraba la plaza por la ventana, San Valentín siempre lograba que se llenen las plazas de parejitas) lo miró fijamente y expreso su rabia en los ojos, se cansó de que ese incompetente se equivoque siempre, apunto el arma a la cabeza, entre los ojos, y disparo sin pensarlo, sin que le tiemble el pulso… “No soy juez de nadie, seguramente recibiré mi castigo por este pecado, pero creo que es mejor si este asunto tan delicado depende de uno, y no de un gordito con cara de buenito que tiene poca puntería. Vamos a estar mejor sin vos, incompetente.”

Gracias por leer.

No hay comentarios: