martes, 26 de febrero de 2008

Amaré, no amaran...

La lluvia hacía de la noche algo absolutamente hermoso, y su mirada, la de ella, hacía que su corazón saltase de su cuerpo, que su piel se estremezca, y que su sonrisa aflore sin desearlo; pero ¿Saben? Él jamás diría nada, no tendría nunca el valor para decirle lo que siente, y esa opresión en el pecho, esa locura por ver su sonrisa, y esa desesperación de sentir que ella va a seguir (como todos) y el no estaría en ese devenir, quedaría guardada en él, hasta que otra venga y lo enamore de nuevo, al fin y al cabo, había nacido solo para amar, y no para ser amado…

(Absolutamente ficticio)

2 comentarios:

Leandro dijo...

Buenisimo el relato. Esto le pasa a muchas personas. Por lo menos yo alguna vez lo pensé.

Anónimo dijo...

VALOR, esa es la palabra clave