La lluvia hacía de la noche algo absolutamente hermoso, y su mirada, la de ella, hacía que su corazón saltase de su cuerpo, que su piel se estremezca, y que su sonrisa aflore sin desearlo; pero ¿Saben? Él jamás diría nada, no tendría nunca el valor para decirle lo que siente, y esa opresión en el pecho, esa locura por ver su sonrisa, y esa desesperación de sentir que ella va a seguir (como todos) y el no estaría en ese devenir, quedaría guardada en él, hasta que otra venga y lo enamore de nuevo, al fin y al cabo, había nacido solo para amar, y no para ser amado…
(Absolutamente ficticio)
El día en que me quieras.
Hace 10 años
2 comentarios:
Buenisimo el relato. Esto le pasa a muchas personas. Por lo menos yo alguna vez lo pensé.
VALOR, esa es la palabra clave
Publicar un comentario