martes, 30 de marzo de 2010

160. Cobarde para amar.

Se paró frente al cristal, opaco y difuso, enorme; no se distinguía lo que había del otro lado, no se veía mas que una mínima sombra que atribuyó a la de ella.
Avanzo un paso, y como si fuesen sombras del averno, se alzaron todos y cada uno de sus miedos y temores, de sus prejuicios y negaciones, todos parados frente a él lo atacaron, lo detuvieron por un rato, pero no pudieron pararlo, caminó con paso entre cortado, pesado, pero caminó, llegó a tocar el cristal, pero no era suficiente, ella no oía, era imposible que lo hiciera, y se empezó a rendir a bajar los brazos, pero no sería cobarde, no más.
Levanto el brazo lentamente, mientras todas las sombras intentaban frenarlo con desesperación, con el tiempo los miedos y prejuicios necesitan de la cobardía para vivir, pero no estaba dispuesto a darles el gusto…
Rompió el cristal, y mientras sus sombras seguían golpeándolo y desapareciendo, por fin, llegó a ella, la tocó, tocó su cuerpo y pudo amarla, de verdad.

Gracias por leer.

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