lunes, 17 de enero de 2011

Sueños.

Cierro y abro, serán unas cien o mil veces cada vez… mirar y permitirme, por poco que fuera, soñar aunque sea un rato, nadie me puede sacar ese derecho.

El ventilador disfrazando el calor, las sabanas a algún costado y el frío (por loco que suene) desde adentro generando el malestar. Una vuelta para un lado, otra para el otro, una incomodidad molesta que no permite sueño alguno.
Entonces pasadas las horas, desdibujadas las imágenes que nuestra cabeza dibuja en la oscuridad, y eliminado el imaginario creciente con el ruido del ventilador, concilia el sueño, un profundo y dulce sueño.
No pasará demasiado, siente un calorcito en los labios, un rico perfume, una respiración sobre sus mejillas. Abre lentamente los ojos y la figura se vuelve real, unos ojos hermosos mirándolo de frente por encima de él, ella desarreglada, algo despeinada, con una hermosa sonrisa lo mira y sonríe (como siempre) no dice nada, se mantiene muda y sonriente, y entonces lo besa, dulce dulce sensación, un cosquilleo recorre el cuerpo, siente el dulce en sus labios y el perfume penetra. Levanta los brazos y la abraza, se vence a tal tentación, siente su piel, toca su pelo, sigue besándola y abrazándola, no puede parar le es imposible, siente algo que lo impulsa a seguir, no puede permitirse abrir los ojos sin dejar de besarla, siente sus labios, la piel, la respiración, su pelo…

Pero los abre, despacio… el despertador lleva un tiempo sonando, la luz del día traspasa las cortinas y vuelve tenue el color de la habitación. Se sienta en la cama, no podía evitar sacarse la sensación de sus manos y su boca, se calza las ojotas, camina hasta el baño, y cierra la puerta despacio, creyendo que en algún momento ella saldría de alguna de las puertas durmientes de la casa y lo sorprendería con ánimo y dulzura… pero los sueños no son más que eso, y cerró la puerta sin novedades.

Sueños son, solo sueños son…

Gracias por leer.

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