La rabia, el odio, el llanto, la desesperación…
¿Qué estará sintiendo? Su cabeza se acorta, se expande, no se ve de lejos o por fuera lo que el alma grita, lo que el alma ruega lo que el cuerpo pide. Se sienta en el cordón de la vereda o en algún paredón, se lleva las manos a la cara o juguetea con los dedos (¿Acaso alguien lo notará?) evita pensar, trata de bloquearlo, en un impulso chequea el celular (nada) piensa en tirarlo lejos, u “olvidarlo” en casa…
Aunque se ahogue piensa, no puede dejar de hacerlo, le duele tal acción pero lo hace, pensar no le es ajeno…
Cierra los ojos, piensa, siente rabia.
Pero la queja no cambia la organización, ni el llanto detiene la muerte, ni la venganza devuelve lo perdido… Nada cambia. Nunca.
Entonces, no mientas más.
Gracias por leer.
El día en que me quieras.
Hace 10 años